Cuando dormimos, el cerebro no se desconecta completamente del exterior, sino que mantiene activos, más o menos ralentizados, numerosos circuitos neuronales, incluidos los sistemas sensoriales. Es un mecanismo de seguridad que se ha conservado a lo largo de la evolución.
De no ser así, no nos despertaríamos ante un estruendo o una agresión física. Desde pequeños, aprendemos a dormir dentro de un espacio reducido, no sin antes haber experimentado más de un accidente: ¿quién no se ha caído de la cama alguna vez en la infancia? Incluso cuando nos echamos en una cama diferente a la habitual, el cerebro "memoriza" rápidamente sus dimensiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario